Gabriel Aresti (1933-1975) nació y vivió en Bilbao. Aresti renovó y modernizó la poesía vasca. Sus libros, Harri eta herri (1964), Euskal harria (1968) y Harrizko herri hau (1971) introdujeron a la poesía vasca por los derroteros del realismo social, hasta crear un mundo imaginario nuevo. Aunque es más conocido en el ámbito de la poesía, no dejó por ello de cultivar otros géneros, no faltando en su producción, sobre todo, el teatro, los cuentos y las novelas. Realizó también muchas traducciones tanto de autores de lenguas minorizadas como la nuestra, como de obras de los grandes autores de la poesía moderna, como García Lorca o T.S. Eliot.
Gabriel Aresti escribió desde el convencimiento de que podía cambiar el mundo literario. Sus obras obtuvieron gran eco y por medio de su poesía y de su teatro pudo socializar sus ideas contra el franquismo y contra los moldes sociales establecidos por el franquismo.
Fuera del ámbito literario realizó una labor inmensa dentro de la cultura vasca: fue un vehemente impulsor del eusquera común unificado o euskara batua, participando de manera significativa en el Congreso de Arantzazu; como fundador de la editorial Lur abrió sus puertas a los nuevos escritores, agrupándose en su entorno la nueva generación de escritores vascos; fue un trabajador infatigable en diversas publicaciones periódicas que provocó abundantes debates con sus artículos; admirador y amigo de artistas, dejó sus opiniones sobre la literatura en el poema dedicado a Jorge Oteiza.
Situado entre el socialismo y el nacionalismo, la literatura de Aresti relató el sufrimiento de la conciencia que se mueve entre el viejo y nuevo mundo.
Gabriel Aresti difundió un modelo progresista, abierto, socialista para la sociedad vasca. Se presentó como una persona con muchas y variadas inquietudes, siempre inmerso en varias tendencias.
Convirtió su quehacer literario en una crítica del vasquismo monolítico, pero siempre debatió sufriendo. Dejó patentes muchos y complejos aspectos en su camino hacia la utopía.
Jon Kortazar